jueves, 20 de agosto de 2009

Te fueron a ver a vos

No pienso en justicia o injusticia de acuerdo a si el fallo cumple o no mis expectativas. Igual que la mayoría de las opiniones populares, la mía respecto a las leyes no tiene peso. Desconozco términos jurídicos, pasos legales, interpretaciones de códigos y leyes. Por eso, un fallo me puede parecer, desde el sentido común, absurdo o justo pero siempre tengo claro mis limitaciones, en un país en que todos somos técnicos de fútbol, ministros de Economía y palabra autorizada para acuñar verdades. Desde ese lugar me pregunto cómo es posible diferenciar al manager de una banda, de la banda misma y ponerlo al mismo nivel de responsabilidad que el gerente de un boliche con el que ocasionalmente se cierra un trato o negocio. Por eso entonces, no cuestiono la justicia. Remarco el proceder de Callejeros y su vínculos más cercanos antes de la tragedia, después y en el juicio. Expongo para su análisis, algunos soportes para cimentar mi opinión.

En el editorial naranja de la derecha de este blog, está claramente expuesta la manera en que Callejeros llegó a ser una banda convocante y más convocante aún después del 30 de diciembre. Fontantet reconoce a Omar Chaban como una persona que ”cuando la banda llevaba 50 personas” la seguía apoyando y la ayudaba poniéndola como soporte de otras más convocantes. Con miedo a ir preso, Fontanet primero culpó de toda responsabilidad a Chabán y después señaló como responsable de haber prendido las bengalas a un amigo del barrio, muerto en Cromagnón: Sebastián Bonomi.

DICHOS Y CONTRADICHOS DE LOS PROPIOS CALLEJEROS

Las gacetillas de prensa que difundia la banda a través de Aldana Aprea, la responsable de esa área, terminaban con una leyenda a pie de página en la que se jactaban de tener el publico más bengalero y al que alentaban para que hagan la “fiesta también abajo” del escenario. Ese documento lo tengo en algún CD de backup, a cambio les ofrezco el siguiente video para vean y escuhen por si mismos.

Después llegó la polémica por el primer show tras la tragedia. El empresario cordobés José Palazzo, organizador del Cosquín Rock, hizo lo que nadie se animó: los contrató para volver al escenario en su tierra. Una jugada empresaria genial que económicamente cerraba por todos lados. La opinión pública estalló e intentó poner trabas al acontecimiento. Fontanet enloqueció y en el estudio de Cadena 3 dejó claro su pensamiento mientras el saxofonista apelaba con una remera a la sutil campaña de marketing del show: ¿toca callejeros? Preguntaba desde el estampado. En tanto, el cantante dijo algo que tal vez hoy no piense: “No me interesa la Justicia, ya demostró que no existe”. En su defensa hizo público algún secreto pensamiento, que si él no hubiese sobrevivido a Cromagnón, “Tal vez sería el héroe del rock nacional que murió con su gente”

“El que lo quiera entender, buenísimo. El que no lo quiera entender, es problema de ellos”, así sintetizaba en la misma entrevista Fontanet su pesar. Con la misma soberbia que cuando rompió el silencio en Radio10. Sobre el final, “Cabeza”, el batero de la banda, aporta su cuota de tino, sentido común y humildad.

En medio del proceso judicial, la banda se quedó sin guitarrista. Maximiliano Djerfy cambió de abogado primero. No le gustaba la estrategia que el resto de la banda empleaba para defenderse. Hubo una pelea y hasta amenazas de muerte cuando su padre dijo públicamente que iba a detallar como se realizaba el ingreso de las bengalas. Eran acusaciones fundamentales, que nunca se realizaron. Djerfy no quería tocar hasta que no se resolviera el juicio, por una cuestión de respeto. Callejeros consiguió rápido un reemplazo.

No culpo exclusivamente a Callejeros. Repudio su accionar, su simpleza para salir del paso, para pedir que no le tiren "el fardo" de los muertos, para ensuciar a otras bandas (presentaron videos de otras para demostrar que no eran los únicos bengaleros), de querer convencer que sufren el dolor ostentando los muertos de su entorno. Los culpo de la mentira, su ambición por seguir ganando guita pese a todo, por la soberbia y de ser artísticamente espantosos. Les creo que no planearon una masacre. Pero es doloroso que no se hagan cargo de que sí entraban bengalas, que las pedían, que eran organizadores, que el sentido común no les haga notar que la salida de seguridad con candado no llevaba a otro lugar que al hotel lindero donde durmieron las noches del 28 y 29 que por obvias razones no usaron el 30. Es patético que, ahora, que la justicia no los encuentra culpables, encuentren las razones para dormir tranquilos. Nunca, en verdad, van a poder hacerlo realmente. Ellos saben la verdad.